Tejen mis manos desoladas
ausencias profundas.
Las tiño de sombríos horizontes
y tristes atardeceres.
Ciega de vacíos ensordecedores
tejo lentamente,
punto a punto,
diseñando en cada uno
un recuerdo,
una palabra
un sordo suspiro.
En gris telaraña
se pega el olvido en su centro
el recuerdo acecha paciente
paralizando a su víctima.
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