jueves, 23 de julio de 2009

Maestro en el arte de la espera,
adueñado y sometido por mi odio;
cada paso es un nuevo episodio,
que me aproxima a la acción certera.
Permanezco tranquilo a tu vera,
se diría, soy tu ángel custodio;
mas pensar lo cercano del podio,
exalta mi sangre sobremanera.
Me revuelco entre mi propia ira,
y llego a llorar de satisfacción,
viéndome arrancarte la vida.
Destello de rabia en mi corazón:
lento estoque y obscena herida,
derrama tu suerte con mi punzón.

-Jaume d'urgell-

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