lunes, 12 de marzo de 2012




Hijo de puta el tiempo
que no nos devuelve los sueños partidos,
los que nos hemos comido con patatas.

Hijo de puta, dices,
hijo de puta tu canto a la nada,
tu incapacidad adquirida para enamorarte de la vida.

Hija de puta tu inocua mirada,
hija de puta cualquier cosa que rompa sonrisas,
hijo de puta tú
que te llenas la boca de mierda hablando de quienes no conoces
y te llenas, también, la despensa de carcajadas atroces
que provienen de las coces que repartes.

Hijos de puta tus amiguitos
reunidos en fiestas de champán y de rutinas de gominas,
tan iguales que nunca supe distinguirlos unos de otros.

Hijo de puta quien no se muera ahora mismo de pena
al recordar aquellos ojos negros de aquel negro niño.

Hija de puta la muerte cuando llega antes,
hija de puta la vida si se pone perra
hija de puta tu voz, que me esparrama por las aceras
y me deja colgada de papelas, y de vinos,
y de suelas de otros hijos de puta
que sólo piensan en su puta entrepierna.

Hijas de puta las tijeras que quieren cortarnos la lengua
cuando decimos verdades tan putas
como que la más puta de todas las verdades
es siempre, y también, la más tierna.

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